Desfile Militar en China III: Invasión japonesa
“Unidad 731”: Su legado
Esta es la tercera y última entrega de mis crónicas con relación al imponente Desfile Militar en conmemoración del 80ª aniversario del triunfo de la Guerra Patria de China contra los invasores japoneses y en la IIGM. Termino, historiando, lo que han sido los efectos del accionar de la llamada Unidad 731. Hago referencia a las “investigaciones” y experimentos llevados a cabo por los “científicos” alemanes, en mérito a la similitud que guardan con los japoneses. Sobre todo, por la extensión que tienen sus legados en el presente y lo que advierten para el futuro de la humanidad de la mano de los nazi-fascistas y sionistas de hoy. Por esto mi referencia a Ucrania. Mi propósito ha sido dar respuesta, al afán torpe y antihistórico de pretender negar el papel que cumplieron los ejércitos de China y la URSS (actual Rusia) en el triunfo contra la agresión japonesa y en la lucha contra el nazi-fascismo alemán en la IIGM. No cabe duda que, tras el fallido intento por reescribir la historia, ignorando que ésta se escribe sola, se esconde la profunda impronta anticomunista que se suele identificar con China y Rusia. Gracias a esta, EEUU, ha podido hacer sobrevivir su ideología liberal y su modelo democrático e imponerla a sus otrora aliados y hoy vasallos.

Japón y Alemania
Es oportuno recordar el vínculo de terror y muerte que une a Japón con EEUU. Está en la base de lo que ha venido siendo la sumisión política, social ideológica y cultural de Japón al hegemón occidental. Los expertos lo llaman “Síndrome de Estocolmo”. Aclaro: Luego de la rendición incondicional japonesa tras el estallido de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, Estados Unidos y sus aliados brindaron protección y “asilo” a miles de “investigadores” y perpetradores japoneses de las más terribles atrocidades de guerra biológica o, más precisamente, “guerra bacteriológica”. No lo hizo por generosidad sino con un claro interés estratégico. Igual ocurrió con los “científicos” y altos oficiales genocidas de la Alemania nazi-fascista de ese entonces. Todos, japoneses y alemanes, implicados en crímenes de guerra. El gobierno de Estados Unidos los acogió tras el “fin” de la IIGM en 1945. Lo hizo a través de la “Operación Paperclip”. Los alemanes fueron encargados del desarrollo del programa espacial de EEUU; uno de cuyos resultados estuvo vinculado al supuesto alunizaje del Apolo 11 en 1969, según National Geographic. Asumieron, también, otros programas tecnológicos para la fabricación de cohetes y armas para su carrera espacial y de defensa. Todo dentro de la estrategia de “contención” de la Unión Soviética en el contexto de la Guerra Fría. De lo que se trataba era de “capitalizar” el talento alemán y japonés para la muerte y el terror. En el caso de los “científicos” y expertos en guerra bacteriológica y métodos de tortura de la Unidad 731, EEUU ha venido explotando los experimentos y formas de matar “silenciosamente” llevadas a cabo por los japoneses.

La Unidad 731
Richard Sheposh escribió en 2024, en la plataforma de EBSCO Information de EEUU: “La Unidad 731 fue un programa encubierto de armas biológicas y químicas operado por el Ejército Japonés en China entre 1936 y 1945. Lo dirigía el microbiólogo Shiro Ishii. Llevó a cabo experimentos con seres humanos (prisioneros, personas de bajos recursos y grupos marginados). Los experimentos incluían cirugías sin anestesia, exposición a enfermedades letales [producidas por virus, bacterias, insectos, gusanos, plantas, animales] y diversas formas de tortura para estudiar los efectos de la guerra biológica. Los experimentos produjeron miles de muertos aparte de otros miles como resultado de las pruebas de campo en poblaciones locales. Tras la derrota de Japón en la IIGM, Estados Unidos concedió inmunidad judicial a casi la totalidad del personal de la Unidad 731. Lo hizo, a cambio de los datos de sus investigaciones y resultados. Los sucesivos gobiernos de Japón, negaron la existencia de la Unidad 731 durante décadas hasta comienzos del presente siglo”. La llamada Guerra Fría ocultó, tras la cortina USA, atrocidades japonesas contra prisioneros chinos, coreanos y soviéticos mientras cientos de criminales de guerra siguieron con su vida prosperando tanto en Japón como en EEUU y Europa.

El legado de la Unidad 731 y del nazi-fascismo
Plantea importantes cuestiones ético-políticas sobre la IIGM que no terminó en 1945. Continuó con la llamada Guerra Fría. Se extiende hasta nuestros días con las “guerras sin fin” de Estados Unidos para el exterminio de “comunistas”, palestinos, árabes, persas, indios, mestizos y cuanto “indeseable” se les ocurra. Haciendo uso de armas, insectos, bacterias, pestes, pandemias, “investigaciones”, experimentos, torturas, de factura alemana y japonesa. Para eso están los Laboratorios P-4 de Bioseguridad que tiene el gobierno de Estados Unidos en todo el planeta como parte de su Programa Biológico Militar. Estos laboratorios son instalaciones de máxima seguridad (o Nivel 4 de Bioseguridad) diseñadas para investigar y diagnosticar patógenos de alto riesgo que pueden causar enfermedades mortales y pandémicas, como el Ébola, el virus de Marburgo, el de Lassa, el de Nipah, el de la viruela y flavivirus para los cuales no existen tratamientos ni vacunas disponibles. Los flavivirus pueden causar una variedad de síntomas de enfermedad grave, incluyendo fiebre hemorrágica o encefalitis, dependiendo de la especie viral.
Ucrania como legado y proyección
Con el gobierno de Kiev, el Departamento de Defensa o Pentágono (rebautizado como Departamento de Guerra) de EEUU, tiene acuerdos de cooperación en el ámbito biológico. Estos acuerdos tienen que ver con: Construcción de nuevos laboratorios biológicos y modernización de los existentes; áreas de investigación biológica; proyectos aplicados de carácter militar en curso; influencia en la situación epidemiológica en Ucrania; formación de especialistas ucranianos por parte de Estados Unidos; brotes de enfermedades infecciosas en Ucrania; experimentos médicos en humanos; actos de terrorismo biológico contra los habitantes del distrito de Slavyanoserbsk de la República Popular de Lugansk en la región del Dombás.