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Trump: El de siempre (IV)

Aranceles: Sus alcances

Publicado: hace 7 horas

Al margen de la confusión sobre los por qué y para qué de los aranceles y sobre la metodología para su determinación, lo que hay que decir es que los aranceles se sitúan en el centro de una política económica global destinada a reindustrializar Estados Unidos. Trump quiere transformar el sistema económico internacional presionando el dólar a la baja para acabar con las asimetrías que enfrenta el comercio estadounidense afectando negativamente a su industria manufacturera.

Tipos de aranceles

Para enfrentar los desequilibrios y mejorar la posición de Estados Unidos en el comercio y la economía global, Trump ha echado mano a la herramienta clave que sus consejeros económicos le han sugerido, incluso, desde su primer mandato: los aranceles. Y ha decidido imponer tres tipos de éstos cuya duración y objetivos aparecen claramente distintos. a) Un arancel mundial (global) del 10 % destinado a ser permanente. b) Aranceles “recíprocos” que son en realidad “correctivos” porque están destinados a reequilibrar la balanza comercial de los países con los que Estados Unidos tiene un déficit. c) Aranceles dirigidos específicamente contra China como parte de la intención de revocar el estatus de China como país beneficiario del régimen de relaciones comerciales normales permanentes (PNTR) y tras el objetivo de “China Out”. No olvidar que para EEUU se trata del “enemigo número uno”. En esta perspectiva Trump presiona a México y Canadá para que redefinan sus aranceles con China de acuerdo con el objetivo estadounidense de “China Out”.

En resumen

Se trata de imponer: a) Un arancel mundial permanente para abrir paso a la producción manufacturera estadounidense, mejorar los salarios de sus decenas de miles de obreros mal pagados y dar ocupación a los que, se dice, viven de la mendicidad y las drogas. b) Un arancel permanente para China para desacoplar su economía de la estadounidense y acabar con la presencia China en el mundo. c) Aranceles “recíprocos” como medio de presión para alentar a los socios comerciales de EEUU a tomar decisiones políticas para reducir los déficits. El arancel mundial del 10 % se aplicará sobre casi todas las importaciones en procura de una fuente de ingresos estable y necesaria. Por definición, implica que la misma tasa debe imponerse independientemente de las políticas o características económicas del otro país. Por lo tanto, ningún cambio o acción específica de éste, servirá para modificar este arancel. Eximir a México y Canadá del 10% se debe a que estos dos países están sujetos a otros aranceles específicos y a la decisión trumpiana de querer renegociar el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA) en función de su propósito de convertir a América del Norte en un bloque comercial liderado por Estados Unidos. Los aranceles “correctivos”, mal llamados “recíprocos”, responden a la lógica: ¿Quieres un arancel más bajo? ¡Corrige tu desequilibrio! Pueden negociarse país por país. Quedando abierta la posibilidad de que un gobierno pueda bloquear las importaciones de sus propios productores y pedirles, u obligarlos, que desarrollen su capacidad de producción en Estados Unidos. Los aranceles “correctivos” son temporales. En teoría, si los desequilibrios disminuyen, las tasas deben disminuir.

Nadie se atreverá a oponerse

Si bien Trump, en base a lo previsto en el “Proyecto 2025” y en los acuerdos de “Mar a Lago” ha recogido las sugerencias de sus asesores económicos, lo que ha primado en su implementación ha sido su impronta beligerante y confrontacional. Ha hecho caso omiso de la prudencia recomendada y de la aplicación paulatina de los aranceles. Tenía que hacerlo a su modo y en el momento que, para él, era el adecuado. Pensando-como siempre-, debo actuar como si tuviera un poder ilimitado y lo tendré realmente. Nadie se atreverá a oponerse. Quedarán todos aterrorizados y lo único que les quedará, es decir: “Sí, mi amo”. “Si mi rey”. “Sí señor”. ¿Se equivocó? La verdad es que, como dicen: “Cuando actúas con una autoridad ‘manu militari’, las cosas se arreglan rápidamente”. No obstante, con su “orden ejecutiva” sembró pánico en los mercados y confusión en los países y sus gobiernos. Pero, al parecer, al poder ejecutivo centrado en Trump y a sus “muchachos” del “Silicon Valley” lo que menos les preocupa son los mercados. Además, en Wall Street, se dice, nadie estaría dispuesto en oponerse a Trump. Su lógica coercitiva era imponer aranceles universales para luego actuar “caso por caso”. A ver cuántos optan por la “restricción voluntaria” de sus exportaciones como hizo Japón en tiempos de Reagan, de quien Trump, se considera un seguidor. La restricción japonesa de exportar más automóviles al mercado estadounidense y en lugar de esto “recolocar” su producción en el sur de Estados Unidos significó inversiones multimillonarias y cientos de miles de nuevos puestos de trabajo para obreros de este país. Japón ocultó el “sol nipón” a sus Toyota Camry. Reagan no aplicó ningún arancel. Sólo amenazó. En el presente, sólo Corea del Sur ha dicho por boca de su primer ministro interino Han Duck-soo, que su país está “dispuesto a hacer concesiones para complacer a Trump porque EEUU ha hecho mucho por su crecimiento y desarrollo”. Y ha marcado distancia con China para contrarrestar los aranceles porque no cree que el contraataque mejore la situación. En cualquier caso, aún es pronto para asegurar con certeza si, con sus aranceles, Trump ha dado un paso adelante para conseguir “la obediencia a cambio de protección” de la que hablaba el filósofo político conservador y destacado miembro del Partido Nacionalsocialista alemán, Carl Schmitt, mentor del entorno cercano a Trump quien, además, sentenciaba: "Toda democracia real se basa en el principio de que no sólo los iguales son iguales, sino que los desiguales no serán tratados con igualdad".


Escrito por

rubèn ramos

sociólogo y educador peruano, post-doctorado en Filosofía, política e historia de las ideas en América latina.


Publicado en

alizorojo

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