“Encontronazo” Petro-Trump
1. Cuando Petro ganó las elecciones dije que no se trataba del triunfo de izquierdista alguno. En la “narco colonia” sólo podía ganar las elecciones quien fuera funcional a los intereses y la “seguridad” expansionista de Estados Unidos. Las trayectorias, reales o ficticias, de “guerrilleros” o revolucionarios quedan en el pasado si se avienen a las condiciones que impone el “hegemón” para levantar el pulgar.
2. Cuando lanzó su “paz total” o completa o como se llame, dije que en Colombia no habrá paz de ningún tipo mientras su territorio esté ocupado por siete bases militares y varios centros de operaciones especiales estadounidenses que obedecen -conjuntamente con las FFAA colombianas- al Comando Sur. Se suman a estas, las fuerzas paramilitares, los sicarios y los cárteles manejados por la cuadrícula DEA-FBI-USAID-CIA.
3. Lo del “encontronazo” del presidente colombiano con el gobernante fundamentalista estadounidense, nuevo amo y señor de Colombia, fue otra “bufonada” a la que Petro está acostumbrado para ganar titulares aparentando un seudo enfrentamiento con el gobierno que lo sostiene mientras no saque los pies del plato, sin importar si es demócrata, republicano o de otra especie. Su extenso “trino” en X no parece algo improvisado; arranque de súbita inteligencia o alarde de memoria semántica, por decir lo menos. De lo que se trató, digo yo, fue de advertir a los gobiernos y pueblos soberanos de Cuba, Nicaragua y Venezuela de lo que les espera si se envalentonan. Esto, sólo hacen los advenedizos y pusilámines. Trump debe entender -si le cabe entendimiento alguno- que ni su fundamentalismo judeo-evangélico, ni el considerarse el “elegido” nuevo profeta y mesías, ni sus “sanciones” -que no son ninguna arma política ni económica- pero sí terrorista, podrán hacer retroceder a los herederos de Martí, Fidel y el Che; de Sandino y Fonseca; de Bolívar y Chávez. Sólo los títeres se arrodillan cuando el titiritero jala la pita. Petro terminó aceptando todas y cada una de las condiciones impuestas por el “dueño” de la narco-colonia que administra y está recibiendo a los “deportados” colombianos con el rabo entre las piernas. Entre paréntesis, debo decir que el gobierno de Brasil también se prestó al juego sucio de la administración trumpista. Sólo que con un lenguaje “más diplomático”. Pero, no es “coincidencia” (porque ésta no existe en política) que hayan sido Brasil y Colombia -los protestantes-, contra las deportaciones. Se trata de los gobiernos “negacionistas” del triunfo electoral de Nicolás Maduro en las recientes elecciones venezolanas. Tampoco es coincidencia que se trate de dos de los gobiernos cuyo respaldo electoral contó con los votos “evangélicos” de las diversas sectas que conforman su espectro. Tal vez lo de “fuerza transnacional” que Trump le atribuye a su “ejército de Dios” sea, efectivamente tal. Lo dejo aquí por lo que haya que pensar.