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Jala pato en Jauja

Recordando a Carlos Peña Falconí

Publicado: 2022-01-23





El 23 de enero es el día del “jala pato” dentro de las festividades del “20 de Enero” en el “país” de Jauja del departamento de Junín. Es el día central y la ocasión para que los “cabalgados” jalen el pato en procura de ser el “mayordomo” para el siguiente año. No entraré en mayores detalles porque los hay quienes son entendidos en la materia. Me valgo de la ocasión para recordar a mi hermano Carlos Peña Falconí que murió trágicamente el pasado mes de agosto por una trombosis “descarrilada” por la vacuna contra el Covid-19. Ya nadie pone en duda que los efectos de las vacunas pueden ser mortales a corto o mediano plazo según estudios recientes y declaraciones de los más entendidos sobre el tema. Ciertamente, tiene mucho que ver la vulnerabilidad de la persona. De modo que no estoy haciendo juicio de valor alguno. 

Carlos Peña, “el charro” como le decían sus amigos, fue un cultor del baile de la tunantada; defensor de su esencia, de su sentido y significado; autor de mulizas, poeta y bohemio. De esos cuya integridad y entereza ha enterrado el tiempo para abrir paso a la impostura, el diletantismo y el mercadeo. 

Compartí con mi hermano los momentos más hermosos de nuestra niñez, de nuestra adolescencia. Reencontramos juntos la adultez, sus alegrías y sinsabores. Siempre juntos aunque por caminos distintos unidos en el amor a nuestra madre, nuestros tíos, nuestra abuela, nuestros otros hermanos, nuestras mujeres e hijos. 

El poema que transcribo tiene de todo esto. Lo escribí para recordar lo que compartí con Carloncho un día de “jala pato”.

A Carlos Peña Falconí

Escribo esto

recordando

nuestros días de tunantada

disfrazados de “chutos”

encaramados en el arco

de donde colgaba el pato

para su sacrificio

Robaríamos el cuerpo

para trocarlo

por unas cervezas

porque llevarlo a la casa

era exponer

nuestras cabezas

Vestíamos impecables

de pies a cabeza

como la abuela vestía

para ocasión igual

a nuestros tíos

y nuestra madre

aprendió el rito

Todo como nuevo

de los guardados

de la MamaChocho

nuestra tía linda

parte herencia

parte empeños

perdidos en el tiempo

También del apañamiento

de Elsa tu esposa

Camisas blancas almidonadas

pañuelo igual de blanco

con iniciales ancestrales

de la mano

de la “abuela” Angela

anillo de oro 24 kilates

para sujetarlo

Huatrila, chalecos, mangas

bordados con arte

sin huachafería

Mantas ancestrales

de hilo multicolor

Pañuelos especiales

igualmente blancos

para protegernos cabeza y cara

del sudor de la careta

que cambiábamos cada día

Guantes de cuero

Tongo de paño

con cintas finísimas

Botas que sabían de la armonía

del arpa y violín

del saxo y clarinete

y los pasos

de generación a generación

Cosa seria

era tu parafernalia

desde tu “huallqui”

tu látigo

al “chutito”

de mano

que habías adaptado

para beber través de él

evitando levantarte la careta

Era único

hablaba

enamoraba

y cantaba

en quechua

decía chistes

contaba aventuras

decía verdades

que aumentaban

la curiosidad por saber

quiénes éramos

Nunca nos descubrieron

Eras tú mismo

con tu humor

tu risa

tu caballerosidad

tu respeto sin concesiones

por la tradición

por lo que dejó

de ser de hombres

para ser “diverso”

perderse en lo “chicha”

acabar en lo vulgar

Todo lo que rechazaste

desde tu íntegra

convicción de jaujino

de tunante

de 20 de enero.

Tu hermano rubèn a los 10 días de una tristeza interminable por tu inesperada partida. 08-09-2021


Escrito por

rubèn ramos

sociólogo y educador peruano, post-doctorado en Filosofía, política e historia de las ideas en América latina.


Publicado en

alizorojo

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