Obama prolongó el embargo a Cuba por un año más cumpliendo lo establecido por las élites del poder en la Ley de Comercio con el Enemigo, de 1917, a la que John Kennedy recurrió en 1962 para imponer el embargo económico a la Isla y que desde entonces los fantoches de la Casa Blanca han renovado, año tras año, obedeciendo el mandato de sus amos.

Con el cinismo que distingue a los enemigos de la humanidad, los funcionarios de la administración Obama se han apresurado en decir que, “la renovación del Embargo maximiza la flexibilidad del Presidente para administrar el bloqueo a Cuba y autorizar determinadas transacciones”.

Esa flexibilidad, han dicho, “es fundamental para mantener el compromiso del Gobierno de Obama de ayudar al pueblo cubano a determinar libremente su propio futuro”. ¡Se pasaron!

La Ley de Comercio con el Enemigo, de 1917 autoriza al Gobierno de EEUU a regular las transacciones de propiedades que involucren a un país “enemigo” durante un período de guerra.

Al no existir un estado de guerra entre Cuba y EEUU, la Ley fue invocada por Kennedy en virtud de la ampliación que se hizo a dicha Ley en 1950 mediante la cual se expandió la autoridad presidencial no sólo en caso de guerra sino también “durante cualquier otro período de emergencia nacional que represente peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos”.

Los “argumentos” de los funcionarios de la administración Obama no tienen asidero alguno. Lo cierto es que EEUU considera a Cuba un “enemigo” peligroso para su seguridad nacional. Desde 1960 hasta hoy. Y esto es lo que importa tener en cuenta.

Lo que no quiere decir que Raúl Castro se tenga que retractar de lo que dijo en la VII Cumbre de las Américas cuando exculpó a Obama del Embargo que su correligionario Kennedy y los 8 sucesivos ocupantes de la Casa Blanca cumplieron en imponerle a Cuba desde hace 55 años. ¿O sí?