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Venezuela:  Guerra mediática y Guerra económica

El tránsito al “golpe”:

Publicado: 2015-02-08


El pasado 2 de febrero, Eva Golinger, periodista y abogada norteamericana-venezolana, publicó un sereno y esclarecedor artículo sobre la agresión de los medios de prensa norteamericanos y de España contra el Gobierno Constitucional de Venezuela, elegido por el voto popular. (“Hay un golpe de Estado en marcha en Venezuela”. Eva Golinger/RT)

Hizo alusión a las tácticas de guerra psicológica empleados por los servicios de inteligencia y el FBI norteamericanos; a los problemas que enfrenta Venezuela como consecuencia del acaparamiento y contrabando de los productos esenciales para la alimentación y la salud, inducido por las mafias de productores y empresas comercializadoras.

El presente artículo tiene como fuente principal el de Eva Golinger. Las modificaciones, agregados y su redacción, tal cual presento, son de mi entera responsabilidad.

La guerra mediática

El 26 de enero del presente año 2015, “The New York Times” publicó una editorial desacreditando y ridiculizando el presidente venezolano Nicolás Maduro, calificándolo de “errático y despótico” (“El señor Maduro en su laberinto”, NYT).

El 27 de enero, ABC de España acusó al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, la figura política más destacada del país después de Maduro, de ser un capo del narcotráfico. La acusación la hizo Leasmy Salazar, un ex oficial de la Guardia de Honor presidencial de Venezuela, quien fue escolta del presidente Chávez y fue cooptado por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), convirtiéndose en el nuevo “niño de oro” en la guerra sucia de Washington contra Venezuela.

La utilización de alguien como Salazar, conocido por su cercanía a Chávez y uno de sus “leales” guardias, para desacreditar y atacar al Gobierno y sus líderes, es una vieja táctica de inteligencia de sus servicios especializados y del FBI. Pese a que no existe prueba alguna para respaldar las acusaciones escandalosas de Salazar contra Diosdado Cabello, el titular en los medios crea desconfianza y miedo. Sirve para hacer una historia perversa y acumular una mentira más contra Venezuela en la opinión pública. El efecto esperado es generar revuelo entre los militares venezolanos y posibles nuevas traiciones de oficiales en apoyo a un eventual “golpe de Estado” contra su Gobierno. Las acusaciones pretenden, además, crear divisiones internas, intriga, desconfianza entre los líderes políticos importantes del chavismo.

Los servicios de inteligencia norteamericanos conjuntamente con el FBI, como aparatos de crimen y de terror, han utilizado desde siempre la infiltración, la coerción y la guerra psicológica como armas para destruir lealtades, impactar psicológicamente y neutralizar políticamente a líderes y movimientos. Estas tácticas de sedición y de conspiración están exhaustivamente documentadas en los propios documentos del Gobierno estadounidense.

Dos días después de la publicación de ABC, el 29 de enero, el mismo “The New York Times” publicó un artículo de primera plana atacando a la economía y la industria petrolera venezolana, y prediciendo su caída (“Escasez y largas filas en Venezuela tras caída del petróleo”).

El artículo ignoró, adrede, los cientos de toneladas de alimentos y otros productos de consumo de primera necesidad que han sido acaparados por las empresas y comerciantes privados, y/o vendidos como contrabando por los llamados “bachaqueros” financiados y manipulados por los grandes capitalistas venezolanos, con el propósito de crear escasez, pánico, descontento con el Gobierno y de justificar la especulación con precios inflados. El artículo, además, oculta las medidas en curso implementadas por el Gobierno para enfrentar la “guerra económica especulativa”.

El mismo artículo, sensacionalista, absurdo y engañoso, fue publicado en varios diarios estadounidenses, en forma impresa y virtual vinculando, además, a Venezuela con un plan para bombardear la ciudad de Nueva York (“Encarcelado científico en Estados Unidos por tratar de ayudar a Venezuela a construir bombas”, 30 de enero, 2015, NPR).

Mientras que el titular hace a los lectores creer que Venezuela estuvo directamente involucrada en un plan terrorista contra EE.UU., el texto del artículo deja claro que no hay ninguna participación venezolana en el suceso. Lo que evidencia que se trató de un “psicosocial” creado por el FBI. Sus propios agentes haciéndose pasar por funcionarios venezolanos, habrían capturado a un científico nuclear que trabajó en el laboratorio de Los Álamos de los EEUU y nunca tuvo conexión alguna con el gobierno de Venezuela.

Ese mismo día (30 de enero), la portavoz del Departamento de Estado, Jan Psaki, condenó la supuesta “criminalización de la disidencia política” en Venezuela. Se hacía eco de las declaraciones en Nueva York del general venezolano, fugitivo de la justicia, Antonio Rivero. Éste huyó de una orden de arresto en Venezuela después de su participación en protestas antigubernamentales violentas que causaron la muerte de más de 43 personas, en su mayoría partidarios del Gobierno y miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, en febrero del 2014.

Estos ejemplos son sólo una parte de la creciente y sistemática cobertura negativa y distorsionada de la situación en Venezuela en los medios de comunicación estadounidenses y de España, presentando una imagen distorsionada y caótica de la situación actual del país y a su Gobierno como dictatorial. Lo que evidencia la continuidad de una campaña mediática que se inició contra el presidente Hugo Chávez, elegido cuatro veces por una mayoría abrumadora, y que se intensifica hoy para crear las condiciones subjetivas frente a una eminente agresión golpista financiado e instrumentalizado desde EEUU.

El papel de “The New York Times”

“The New York Times” tiene una historia vergonzosa cuando se trata de Venezuela. Su Consejo Editorial aplaudió el violento golpe de Estado en abril de 2002 que derrocó al presidente Chávez por unas horas y ocasionó la muerte de más de 100 personas. Cuando Chávez regresó al poder dos días después, gracias a sus millones de seguidores y las Fuerzas Armadas leales, este diario, ajeno a cualquier atisbo de pudor, no se retractó, sino que exigió a Chávez “gobernar responsablemente”, agregando, además, que él era el responsable del “golpe”.

Pero el “Times” no vocifera por su cuenta sino como la voz pública de una persistente campaña de agresión y de terror contra Venezuela obedeciendo los mandatos de élites civil-militares del poder estadounidense. Los artículos, editoriales, blogs, opinión y noticias, distorsionando la realidad y los cambios que se viven en Venezuela responden a la impronta terrorista de los enemigos de la humanidad exigiendo un “cambio de régimen”.

Toda la campaña mediática mendaz de estos días no es ajena a la fecha en que se cumple un año desde que las “guarimbas” antigubernamentales trataron violentamente de forzar la renuncia del presidente Maduro. Los líderes de las acciones criminales de entonces, Leopoldo López y María Corina Machado, han sido elogiados por el “The New York Times” como “luchadores por la libertad”, “verdaderos demócratas”. La “Manchado”, ha sido sindicada incluso, como “una inspiración”.

El propio administrador de la Casa Blanca (Obama), durante un discurso el pasado septiembre en las Naciones Unidas, ha pedido la liberación de López, quien está siendo juzgado por los 43 asesinatos y los posteriores crímenes contra un diputado y su familia y militares leales al proceso de cambios en Venezuela.

López y Machado participaron, antes, en el golpe de 2002 contra Chávez. Ambos han recibido ilegalmente fondos extranjeros para actividades sediciosas y de terror para derrocar al Gobierno venezolano, y ambos lideraron las protestas mortales contra Maduro el año pasado, pidiendo públicamente su derrocamiento por vías ilegales y violentas.

La guerra económica

Venezuela está sufriendo los efectos de la caída repentina y dramática de los precios del petróleo. Su economía fuertemente dependiente del petróleo ha sido afectada y el Gobierno está tomando medidas para reorganizar el presupuesto y garantizar la continuidad de sus programas sociales, el acceso a bienes y servicios básicos y sus políticas sociales. Gran parte de su población sufre innegables dificultades. Pero, a diferencia de la representación distorsionada del “The New York Times”, los venezolanos no se mueren de hambre, no están sin hogar o sufriendo del desempleo masivo, como ocurre en Grecia y España que están y seguirán estando bajo las políticas de austeridad impuestas por “La Troika”. A pesar de ciertas carencias, generadas por la “guerra económica” orquestada por las grandes empresas capitalistas 95% de los venezolanos consumen tres comidas al día, una cantidad que se ha duplicado desde la década de los noventa. La tasa de desempleo no llega al 6% y el acceso a la vivienda, la salud, la educación, es totalmente gratuita y subvencionada por el Estado, con niveles de calidad que no son posibles encontrar en el resto de países del área sometidos al modelo neoliberal.

Sin embargo, hacer a la economía venezolana “gritar” es, sin duda alguna, una táctica ejecutada por intereses extranjeros y sus contrapartes venezolanos. Mientras la escasez continúa y el acceso a los dólares se vuelve cada vez más difícil, esta táctica resulta eficaz. Una táctica igual fue utilizada en Chile para derrocar al presidente socialista Salvador Allende. Primero, los capitalistas destruyeron la economía, produciendo caos y descontento social, y luego los militares activaron sus operativos para asesinar a Allende, apoyados por Washington desde un inicio. Recordemos el resultado: una brutal dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet que torturó, asesinó, desapareció y obligó al exilio a decenas de miles de personas por más de dos décadas. Quienes creen lo que dice la prensa y sus adláteres pagados por las agencias y ONGs del terror, deberían revisar la historia y convencerse que la civilización no está para aceptar un nuevo Chile en Venezuela ni en ninguno de los países que lideran el movimiento progresista y transformador en América del Sur.

Deben tomar conciencia que los 5 millones de dólares aprobados por el gobierno norteamericano, que administra Obama, como fondo especial del Departamento de Estado de para apoyar a los grupos antigubernamentales en Venezuela, no son para la libertad ni para la democracia. Tampoco lo son los más de 1,2 millones de dólares “regalados” por la Fundación Nacional para la Democracia (NED) a la oposición venezolana para socavar el Gobierno de Maduro.

La danza de millones apuntan a terminar con la experiencia de cambios en Venezuela y la construcción del socialismo Siglo XXI, cercar y acabar con PetroCaribe, con el Alba, con Unasur, con la CELAC. No hay duda alguna al respecto. EEUU no está dispuesto a tolerar que en su llamado “patio trasero”, un gobierno castrista, otro chavista, uno ciudadano y otro plurinacional, le demuestren que su “excepcionalidad” pertenece a la libertad y democracia del saqueo y la depredación, del terror y la muerte, del hambre y el crimen organizado. No son parte de la libertad y la democracia soberana e independiente de Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia.

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Escrito por

rubèn ramos

sociólogo y educador peruano, post-doctorado en Filosofía, política e historia de las ideas en América latina.


Publicado en

alizorojo

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