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Sionismo y nazismo: expresiones políticas de un origen común

(Sobre Palestina, submarinos israelitas, gas y mediterráneo)

Publicado: 2014-08-29


Nazismo y sionismo son nacionalismo reaccionario y retrógrado. Son judaísmo europeo de origen jázaro. Estos judíos fueron los que, en Alemania, empujaron a su fantoche y generaron el mito del “holocausto” para justificar la barbarie y el terrorismo que han extendido con sus usurpaciones, sus invasiones, sus genocidios en Oriente Medio, Asia, África, América latina y Oceanía.

Sus orígenes se remontan al siglo VII AC, pero en el caso palestino, encuentra legalidad en el acuerdo secreto “Sykes-Picot” entre Francia e Inglaterra. Acuerdo que significó la traición a los árabes luego del desmembramiento de la actual Turquía, e impulsó la invasión judío-sionista de Palestina desde 1916 hasta hoy. (Ver, “Judío: Ese gran peligro”. http://alizorojo,lamula.pe)

La Sociedad de Naciones primero, y la ONU después, creadas por la masonería judeo-cristiana encabezada por Rockefeller y Rotschild, como instancias de representación democrática de los estados del mundo, fueron las encargadas de ratificar, cada una en su momento, el proceso de usurpación sionista de Palestina. Contaron, para tal efecto, con el aval de los gobiernos sionistas de Europa, de EEUU y de sus respectivas colonias y ex-colonias en África, Asia y América latina luego de la primera y después de la segunda guerra mundial.

Limpieza étnica: gas, petróleo y mito

Desde el 8 de julio del presente año hemos sido testigos y cómplices de una más de las horrendas masacres con que los judíos sionistas instalados en Palestina quieren limpiar su territorio de sus verdaderos y legítimos habitantes. Eligieron, como siempre, mujeres y niños, pero además destruyeron toda la infraestructura que les permitía sobrevivir a un millón 800 mil palestinos en 300 Km2 en la Franja de Gaza. Población que queda de más de 5 millones, luego de los sucesivos exterminios, masacres (como los de Sabra y Chatila) y expulsiones que evocan los nombres de Ben Gurión, de Golda Meir, de Moshe Dayan, de David (Dado) Elazar, de Ariel Sharon, por citar sólo algunos de cuantos en la corta, pero sanguinaria historia del “Estado Judío”, han sido sus ministros de defensa o sus primeros ministros. Lugar especial les corresponden, ciertamente, a Shimon Peres, Moshe Ya’alon y “Bibi” Netanyahu, actuales conductores del genocidio en Gaza.

No sólo se trata de querer el territorio libre de árabes y de musulmanes para asegurar el control de las riquezas energéticas (petróleo, gas) y mineras que tiene Palestina y de asegurar un recodo de lujo y de placer a las mafias sionistas del poder político, económico, financiero, militar y narco terrorista del mundo. Se trata de la instrumentalización de un mito que le permite al sionismo internacional sustraerse a la religiosidad y la fe, y erigirse por sobre cualquier insinuación de racionalidad histórica. Se trata de la enajenación de la política para hacerla instrumento de guerra y de prepotencia. Los sionistas sólo creen en la muerte y la destrucción. Esto es inherente al mito de ser “los elegidos por Dios” y obedecer al mandato de “construir su llegada”, sin importar la usurpación y el despojo.

Tampoco se trata sólo de Palestina. Se trata de todo Oriente Medio y de más allá. De borrar todo rastro y rostro semita, persa, africano y asiático. Esto, supone mayor poderío militar y nuclear.

El control del mediterráneo

Para este efecto, sionistas y nazis de la industria de la guerra están, como siempre, juntos. Ahora los une el afán destructor de lo que queda de civilización en Oriente Medio y, otra vez, la ambición de hegemonizar el mundo.

Así lo corrobora la entrega de los primeros submarinos israelíes para portar armas nucleares, construidos por el conglomerado privado alemán ThyssenKrupp. La empresa que representa la fusión de dos históricas familias vinculadas a la industria del acero y la producción de armas y municiones desde fines del XIX hasta nuestros días. La poderosa familia Krupp, cuya industria dominó Europa y produjo todas las armas para todas las guerras de los nazi-sionistas alemanes durante la segunda guerra mundial, y la familia Thyssen cuya rama alemana, productora de armas y municiones, la heredó Fritz Thyssen que fue miembro y benefactor del partido nazi de Hitler. Terminó refugiándose en Argentina donde se nacionalizó.

La fábrica de astilleros y submarinos ThyssenKrupp que se encuentra actualmente en Kiel, la principal base naval alemana, ha preparado para Israel, tres sumergibles clase Dolphin II con 10 tubos capaces de lanzar torpedos DM-2A4 por cable guiado mediante fibra óptica. Cuatro de estos tubos, dicen los entendidos, están habilitados para disparar misiles de crucero con ojivas nucleares y misiles antibuque Harpoon, no nucleares, y misiles antihelicópteros Tritón. Algo inusual en los submarinos Dolphin II.

Convencidos los sionistas israelitas de que quien domina el mar domina la tierra y a quienes y todo lo que se encuentran en ésta, el gobierno israelí se apresta a ejercer el control del Levante Mediterráneo que incluye, además de Palestina, Jordania, Líbano, Siria. De este modo, consolidar la posesión de los territorios arrebatados a los palestinos, a Jordania (Jerusalem Este y Cisjordania), a Siria (los Altos del Golán).

Pero no sólo se trata de territorios y de mares, sino de lo que éstos contienen en sus entrañas. En efecto, las aguas territoriales de Egipto, Palestina, Líbano, Siria, Turquía y Chipre, en el sur-este del Mediterráneo, poseen los más ricos yacimientos de gas natural hasta ahora localizados. Israel, con los submarinos de fabricación alemana, contará con tres bases navales flotantes apertrechados con misiles nucleares. Esto le otorgará una posición hegemónica de control del paso obligado hacia Europa, de buques y de lo que carguen. Además, el control y la amenaza sobre los países del Magreb africano.

En este marco, el afán de Israel por “limpiar” Palestina responde a una estrategia mayor que el sionismo de ese país comparte, en cuanto a petróleo y gas, con el gobierno francés, el norteamericano y el del reino unido. Y, en cuanto al mito que alimenta su fundamentalismo, la destrucción de Hamas, forma parte de la “limpieza”, a mayor escala, de la Hermandad Musulmana. La “tregua” no es sino la continuidad de esta estrategia, de la mano de Egipto, y de sus aliados sionistas de la UE y de la OTAN, dirigidos a control remoto por EEUU, el gendarme sionista de los últimos tiempos.

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Escrito por

rubèn ramos

sociólogo y educador peruano, post-doctorado en Filosofía, política e historia de las ideas en América latina.


Publicado en

alizorojo

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